Esta semana finaliza el plazo para presentar anuncios de
comunicación a una nueva edición de los congresos que impulsa la red DerechoTICs y, en concreto, el padre de la
criatura, mi buen amigo Lorenzo Cotino Hueso. Como puede verse en el
programa, este año el lema se refiere a los desafíos del Gobierno Abierto, de
manera que será una magnífica oportunidad para debatir acerca de las
implicaciones jurídico-políticas de este modelo que, esperemos, no termine por
convertirse en una nueva moda sin contenido sustancial.
Dado que soy coordinador de una de las mesas, en concreto la
relativa al open data, os animo a
participar en el congreso presentando una comunicación sobre esta temática.
Para predicar con el ejemplo, me comprometo a sacudirme de mi proverbial pereza
a la hora de escribir en el blog y publicar en breve una entrada sobre las
implicaciones jurídicas del open data aprovechando la ponencia que he impartido
en el IV Congreso GIGAPP.
Más allá de que mi función como coordinador de dicha mesa
suponga difundir el evento, la verdad es que en esta ocasión me gustaría
resaltar otra razón objetiva que, en su momento, me ayudó a valorar hasta qué
punto es importante el planteamiento metodológico de un congreso a la hora de
que realmente merezca la pena asistir presencialmente. Y si no que se lo
pregunten a mi estimado colega el profesor Gabriel Domenech Pascual, cuyo
sugerente trabajo con Miguel Puchades sobre el turismo académico y los congresos en el ámbito delDerecho publicado en Indret habla por sí solo.
Pues bien, desde la primera edición de los congresos DerechoTICs en la que tuve ocasión de participar pude darme cuenta de que algo nuevo
se movía en estos eventos, percepción que se vio reforzada al comprobar ¡que se
cortaba a los ponentes! y se les invitaba a ser concisos en sus intervenciones.
Todo ello con el objetivo de que los asistentes dispusieran de tiempo
suficiente para intervenir y, de este modo, justificar el carácter presencial
del congreso como una oportunidad para el debate, la discrepancia, la
matización… En definitiva, un planteamiento que justificaba el coste y el
esfuerzo, no sólo económico, del viaje para asistir y, en este caso sí,
participar en un congreso.
Más adelante, cuando el profesor Cotino nos emplazó aorganizar en Murcia algún evento de la red y comenzamos a colaborar con SICARM
no tuve muchas dudas de que era un modelo a seguir e, incluso, a profundizar. Sinceramente,
no alcanzo a comprender cómo, después de hacer el esfuerzo por desplazarme a
cualquier evento académico la mala planificación o, en su caso, una inexistente
moderación terminan por impedir el necesario debate que debería ser inherente a
cualquier acto que pretenda denominarse a sí mismo Congreso (con mayúsculas).
PD: Por cierto, aprovecho para recordar que las ponencias y
mesas redondas de todas las ediciones que hemos organizado en SICARM sobre los
desafíos jurídicos de Internet y las TICs se encuentran libremente accesibles.
¡Buen provecho!
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