Hace unos días la prensa destapó el caso de un falso médico
que había estado ejerciendo sin tener la correspondiente titulación y, por
tanto, sin estar inscrito en el correspondiente Colegio Oficial. Aunque se
trata de un supuesto más frecuente de lo que pudiera parecer —basta con revisar las numerosas
noticias publicadas en diversos medios de comunicación— y, más allá del tono
humorístico con el que se puede ejemplificar
esta noticia, lo cierto es que el caso presenta una doble singularidad que
obliga a plantearnos hasta qué punto podría haberse evitado una situación tan grave
desde el punto de vista de la eficacia de la actividad administrativa.
En efecto, según la crónica
periodística, el sujeto en cuestión fue capaz de sortear los múltiples
controles que llevó a cabo la Administración, hasta el punto de que había sido
previamente descubierto al tratar de colegiarse con un título falso e, incluso,
llegó incluso a simultanear la consulta médica con la actividad docente en un
colegio de la misma Comunidad Autónoma. Más aún, lo que resulta sencillamente
inadmisible, su osadía le llevó a ser contratado incluso después de que se
dictase una sentencia condenatoria tras la oportuna denuncia del Colegio de
Médicos.
Se trata de un ejemplo paradigmático de cómo el uso avanzado
de medios telemáticos podría haber evitado esta situación, si bien para ello se
requiere que los trámites y procedimientos se revisen en profundidad a fin de
establecer las interconexiones necesarias entre varias bases de datos
pertenecientes a diversas instituciones. Por una parte, resulta imprescindible
que cualquier servicio público de salud —y
también las entidades privadas—
pueda contrastar a través del Consejo General de
Colegios de Médicos la efectiva colegiación de cualquier persona que se
presente a un proceso selectivo o, en su caso, a una bolsa de trabajo,
posibilidad que ya existe a través del listado que
ofrece dicha institución en su web gracias a la consideración de fuente
accesible al público. Ahora bien, el problema radica en que las
Administraciones autonómicas deberían implementar un mecanismo de acceso
automatizado a dicha base de datos, de manera que no fuera preciso llevar a
cabo una consulta manual que, con cierta frecuencia, dejará de realizarse. Por
otra parte, los colegios profesionales deberían coordinarse con las
universidades a fin de que sean estas —bien
directamente o bien a través
de la CRUE como parece razonable—
las que le informen si quien pretende inscribirse como colegiado dispone de la
necesaria titulación académica, actuación que también debería configurase como
un trámite automatizado que impida continuar el proceso en el supuesto de que
no pueda constatarse la superación del grado o licenciatura.
Por supuesto que el planteamiento global que requiere esta
noticia no acabaría ahí: hasta este punto bastaría con aplicar la Ley 11/2007, de 22
de junio, de acceso electrónico de los ciudadanos a los servicios públicos,
ya que nos moveríamos únicamente en el ámbito de las Administraciones Públicas en
un sentido estricto. En última instancia, parece especialmente escandaloso que
el falso médico ¡hubiese sido condenado penalmente por el intento de
colegiarse! y la Administración sanitaria ni siquiera se hubiese enterado.
Ciertamente, aunque la cura de la enfermedad habría requerido la misma receta —interconexión
automatizada de los correspondientes registros—, desde la perspectiva jurídica ya entraría en juego
otro poder del Estado, el judicial, y por tanto entraría en escena la Ley 18/2011,
reguladora del uso de las TICs en dicho ámbito; esa gran olvidada, como
rezaba el sugerente título que me indicaron desde la organización de las interesantes jornadas
que organizó el Colegio
Profesional de Ingenieros Técnicos en Informática de Galicia (CPETIG)
en colaboración con el bufete Pintos &
Salgado cuando, hace tan sólo un par de semanas, tuve el placer de
participar en las mismas y volver a visitar Santiago de Compostela.
¿Realmente
es tan difícil llevar a la práctica este planteamiento organizativo y
funcional? Desde luego, ni el Derecho ni la tecnología son un obstáculo para
ello, ¿dónde está pues el problema?
Julián desgraciadamente las "preocupaciones" de políticos, altos funcionarios y el nivel ejecutivo son otras. La principal supervivir y los niveles inferiores no dan para mucho más que la rutina.
ResponderEliminarEstando en Ministerio de Educación montamos un servicio donde cada persona titulada (cualquier titulo educativo: EGB, ESO,FP,Universitario) podía crear un número de referencia asociado a cada título y publicarlo, de tal forma que cualquiera que quisiera pudiese ir a la sede Ministerio Educación y confirmar la titulación.
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