Ese es el título de mi último libro, publicado por la editorial Global Law Press. ¿Cuáles son las principales premisas en que se sustenta la investigación que, después de varios años, sale ahora a la luz en forma de libro? Muchos de quienes siguen este blog seguro que han tenido ocasión de escucharlas de viva voz, así que disculpadme la repetición, pero ¡hoy he venido a hablar de mi libro! No sólo porque ha aparecido recientemente y, por tanto, la novedad obliga, sino también en la medida que esta perspectiva de la innovación tecnológica es una exigencia ineludible hoy más que nunca, especialmente desde la perspectiva de las reformas que se plantean en el informe CORA.
La tecnología es una herramienta con un gran potencial transformador
que, no obstante, también ha trastocado las bases conceptuales y
normativas sobre las que se ha venido asentando la Administración
Pública, de manera que resulta imprescindible suscitar a nivel doctrinal
el debate acerca de cómo reconfigurar las garantías jurídicas en un
contexto de innovación en el que se corre el riesgo de primar la
búsqueda de la eficacia y la eficiencia a costa, llegado el caso y su
fuera preciso, de la integridad de los derechos y libertades de los
ciudadanos. Se trata de un desafío que plantea como dificultad adicional
la necesidad de entablar un diálogo constructivo entre el Derecho y la
tecnología, renunciando a cualquier apriorismo o prejuicio ya que, en
última instancia, resulta más cómodo permanecer en un estado de atonía o
menosprecio intelectual sobre las efectivas posibilidades
transformadoras de esta última. De lo contrario la eficacia del Derecho
como garantía de los diversos intereses presentes puede quedar
seriamente dañada, hasta el punto de llegar a percibirse como un enemigo
irreconciliable de la eficacia, inescindiblemente unida en la
actualidad al uso de medios informáticos y telemáticos.
Más aún, no sólo la tecnología ofrece innegables funcionalidades para
transformar la realidad de la gestión administrativa y las
comunicaciones con los ciudadanos más allá del mero cambio de soporte
—del papel al electrónico— sino que, además y sobre todo, constituye una
herramienta imprescindible en la actualidad para reforzar la
perspectiva democrática de los poderes públicos y el control de su
actividad, revitalizando los fundamentos del llamado Gobierno Abierto,
es decir, la transparencia, la participación y la colaboración. En otras
palabras, la adecuada regulación del uso de la tecnología en este
ámbito ha de percibirse como una necesidad social prioritaria ya que, de
lo contrario, se minará la confianza en su potencial para hacer frente
al creciente desapego entre los ciudadanos y los poderes públicos desde
la perspectiva político-administrativa.
Como puede comprobarse, el desafío intelectual que se plantea presenta
una destacada relevancia para los juristas, que no podemos ya limitarnos
al mero análisis de los cada vez más numerosos —¿también excesivos?—
preceptos normativos que regulan esta materia. Desde el ámbito académico
hemos de asumir el reto de adaptar las categorías jurídicas a la
realidad sobre la que se proyectan para, en su caso, formular propuestas
que permitan afrontar las dificultades y posibilidades que para la
seguridad jurídica plantea el uso de medios electrónicos por parte de
las Administraciones Públicas tanto a nivel interno como en la
relaciones con los ciudadanos, en particular por lo que se refiere a su
funcionalidad como instrumento para la transformación a partir de
planteamientos innovadores de gestión.
Desde estas premisas se comprenden algunas de las principales
conclusiones que se han reflejado en el libro, pero esto lo dejaremos
para otra entrada posterior...
buenos días esta muy interesante tu blog solo ¿me puedes complementar la información diciendo algunas desventajas de esta tecnología?
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